En Nochebuena éramos diez para cenar: tenía que poner la mesa en su versión extendida y no tenía un mantel grande y apropiado para esa cena especial.
Buscando en los cajones encontré una cortina que tuve en el salón y dejé de usar como tal porque una de las hojas se me estropeó en la lavadora. Esta tela es de color crudo, pesada, con relieve geométrico, muy bonita.
Me decidí a bordarle una cenefa con gruesa lana roja a grandes puntadas. Puse servilletas rojas y verdes.
Como centro de mesa coloqué unas ramas de aceituno con sus olivas (verdes y moradas) y la postal de una querida amiga. Me decidí por este ramo porque por primera vez compartimos mesa con la novia de un amigo, que es norteamericana, y me apetecía poner este toque tan propio de aquí (lo genunino son las aceitunas, lo de ponerlas en un centro de mesa, no creo que lo hagan muchos paisanos, la verdad) Muy sencillo, pero así es como me gusta.
Desde hace unos meses he emprendido una nueva vida, así de rimbombante la llamo; en realidad lo único que hago es retomar el gusto por las cosas sencillas y hechas a mano aprovechando todos los recursos naturales que están a mi alcance. Aún no he hecho grandes progresos porque me falta tiempo, pero en ello estoy.
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