Este río parece un joven príncipe de cobre adormecido
al que velan cantando princesas de bambú.
Este río al crepúsculo huele a huertos en flor
a perfume concreto de dulces mandarinas.
Este río es bello como ningún río autónomo o tributario
cuando entre sus aguas se hunde el sol como una estrella roja.
Atardecer en el Whang Pu
Otto-Raúl González
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